Cuenta la leyenda
que en el mar del norte
se hallaba una sirena
buscando a su hombre.
Más un día un llegó
un hermoso tripulante
seducido por su canto,
se enamoró al instante.
La felicidad era completa
hasta que un conocido del joven
le dijo que su prometida
guardaba una fortuna enorme.
Le preguntó a la sirena si eso era verdad
más ella le dijo que era de su padre
que lo guardaba por si habría necesidad
allí donde se conocieron, bajo el monte.
El prometido enfurecido
le reprochó estar pasando hambre
trabajar día y noche
pudiendo vivir por el amor al arte.
Más ella le dijo que no fuera desagradecido
pues tenía trabajo, pan
y un amor que duraría para siempre.
Pero la avaricia de aquel hombre
le cegó completamente
robándole a su fiel amor,
para gastárselo en vino y amantes.
Cuando la sirena se enteró
lloró desesperadamente
convirtiéndose en estatua de oro
para maldecir a todo aquel que no ame como se debe.
Así todo hombre que seducido
se ve por el canto y el brillo de la sirena,
si no tiene un corazón de oro
con un solo contacto se convierte en arena.