Si supierais que sois dueña
de esta alma que os adora
y con morir ando deseando
de besar su boca, mi señora.
De rojo carmín son sus labios,
exquisitos mi bella dama
que avivan mis sentidos
y mi cuerpo los reclama.
Ansío lo que la fruta tiene,
el roce con sus labios me azora,
disfrutando lo que más anhelo:
de besar su boca, mi señora.
¡Y qué desdicha la mía!
que veo como os toca
pues tan solo con pensarlo,
mi corazón se me desboca.
Pero en el arte de quereros,
es mi amor lo que aflora,
atraído y seducido
de besar su boca, mi señora.