Y ya se ha pasado el verano, en un suspiro.
Ha sido un año de cambios y muchas emociones
y tocaba parar para pensar como ha ido.
Todas las experiencias las he puesto sobre la mesa
para reflexionar sobre qué he de aprender de lo vivido.
Las personas que he conocido en el camino
me han echo saber qué es lo que quiero y lo que no.
Aunque algunas de ellas han sido pasajeras,
cumplieron la función que tenían por destino.
Los miedos, las inseguridades que aún me quedaban
se esfumaron para no volver,
porque me hice más fuerte
lo que nunca jamás pensé llegar a ser.
Ahora vibro en una nueva sintonía
abierta a nuevas posibilidades.
Qué bonita es la vida,
qué bonito es crecer.