Tengo el cuerpo magullado
y el alma compungido
por una tiránica y estúpida creencia
de los gigantes no caídos.
¿Y venís a pedir explicaciones?
Decidle al que os manda
que cuando en tierra de soldados
se hallen bajo espadas
luchando mano a mano
y no entre almohadas,
cuando sean golpeados
pisados por cientos
y le maten a quien más aman
sin que puedan hacer nada,
entonces señor,
se ganarán mis respetos
y hablaré con ellos
pues sólo con las manos manchadas
llegarían a entender la crudeza
de un mandato
que se ha llevado cien mil almas.