En el país de las mariposas
juegan los chiquillos descontrolados
alegres, de luz pura y eterna
viven fuera de cualquier pecado.
Más un día como cualquier otro
vieron a un ser un tanto singular
no sabían lo que era
y tenían curiosidad.
Venid aquí mis pequeños retoños
no temáis, no os voy a hacer daño
aunque bruja me dicen llamar,
solo una bella historia os quiero contar.
Cinco niños había sentados en círculo
rodeando una hermosa flor,
Cinco pétalos tenía
con cinco palabras y una sola oración.
-No os fiéis de mí-
La flor decía querer ser su amiga
pero ellos no se fiaban,
pues miraban sus pétalos
y no creían en sus palabras.
Nos vas a hacer daño, decían.
Y la flor se puso a llorar:
Nací con esas marcas
pero yo os quiero de verdad.
Extendiendo los pétalos
un caramelo les fue a dar,
era muestra de su cariño,
no debían desconfiar.
Se acercaron a la flor
agradecidos y llenos de felicidad
Con un beso delicado,
los niños firmaron su amistad.
Más como hojas caídas del árbol
los chiquillos fueron cayendo
pues la flor robó su alma
para continuar siempre luciendo.
¿Os ha gustado mi cuento?
Todos contestaron que no.
Nunca debéis fiaros de nadie
que os haga un regalo, o dos.
Todos los niños asintieron
y prometieron no fiarse de nadie.
La bruja les dio un beso
y se desvaneció en el aire.
Al cabo de unos años
cuando los niños ya eran hombres
con otro rostro la bruja apareció
para pedirles algo más que sus nombres.
Ellos dijeron que no
pero la bruja les dio lo que deseaban,
una casa y una tierra a cada uno
para las familias que esperaban.
Y entonces los pobres ingenuos
cayeron en su trampa,
riéndose les dijo
¿os acordáis de la flor malvada?
Convirtiéndose en la bruja
se acordaron de su cuento
maldicieron su tratado
y ya solo se oía su lamento.