Háblame de emoción.

cogerse

Háblame de emoción, por favor. Cuéntame cómo es que te despierten con un regalo o veas cumplidos tu sueños gracias a personas que se encuentran a tu lado. Dime, cómo es ver por primera vez los ojos de tu hij@, sus caricias, sus gestos y sus pasos. Descríbeme el miedo por aquellos que se han alejado, que no sabes cuando vuelven pero que ahí están viviendo su vida aunque a veces te cueste aceptarlo. Cómo es perder, levantarse y temer a volver al fracaso. Estar y ver lugares en los que nunca habías estado pero sí con lo que habías soñado. Es curioso como lloramos cuando sentimos orgullo por quién más queremos, o lloramos por aquél/aquella que nos ha hecho el mayor de los daños. Cuéntame, sígueme contando. La rabia que siente el niño cuando no le dan lo que anda buscando o la hija y la madre cuando no se ponen de acuerdo y su comunicación pasa a un tono más elevado pero que termina en el mayor de los abrazos. ¿Cómo es? dímelo. La aversión por el poderoso que se aprovecha del indefenso o el pobre que no puede pagar sus facturas y con niños, le dejan sin nada, sin techo. La tristeza del anciano que le han dejado solo cuando más los necesitaba y busca en los que le cuidan los hijos que nunca llegan y que se encuentran en sus casas. Háblame de emoción, por favor, de cuando dos personas se dan la mano porque eso, es lo que nos hace ser humanos.

Otoño, ¿Dónde estás?

Imagen

Anduve loca buscando

lo que siempre hallo en estas fechas,

sumergirme en el paraje

que me ofrece la Madre Tierra.

Pero no obtuve lo que quise,

y fue tan fuerte la tristeza

que embargaba el alma mía,

que me pregunté porque te alejas.

Nada de marrón, amarillo o rojo,

nada de hojas caídas,

de verde tinte siguen estando

aquellas que antes, en el suelo se veían.

¿Dónde ha ido el rocío que bañaba las mañanas?

¿Dónde han ido los vientos que enfriaban mi cara?

¿Donde han ido?, dímelo

porque me encuentro desorientada.

¿No os ha pasado alguna vez…?

Estando en el supermercado

te pones a cantar,

ignorancia la tuya

de la gente que tienes detrás.

Qué esperas ingenuamente

que no te hallan escuchado,

aunque sabes en el fondo

que te han oído hasta en Malmojado.

Alargamos los brazos

como hacen las tortugas,

ahora en vez de bailar con delfines

bailamos con lechugas.

Y nos pasamos la vida

recorriendo pasillos,

volviéndote loco

buscando el membrillo.

Que no es porque no sepas donde está

sino porque te lo han cambiado

al menos eso te dices,

por no quedar como un empanado.

Hay quien se coloca en el pasillo principal

pues en el supermercado es muy fácil perderse,

otros terminan por llamar

porque no hay cojones de verse.

¿Y quién no ha agarrado un carro con los puños?

porque menudos calambrazos te pega

para que luego vengan por detrás

y te dejen patitiesa.

Y no hay cosa que más moleste

que tengas la fruta en la mano,

te tosan y con misma la pera,

te dan ganas de pegarlo.

Y no hay espacio en los pasillos

que alguna parte de tu persona

le ha dado por jugar al fútbol

con las latas, al estilo Maradona.

A ver si te enteras que yo, no soy tú.

Algunos de nosotros estamos cansados de escuchar siempre la misma canción: que seca eres o que poco sentido del humor tienes, sé más sociable. Hoy voy a dedicar mi post a todas esas personas que lo repiten una y otra vez. En la actualidad, es bien conocido que si te recibe una persona afable, genera en ti sentimientos de bienestar que hacen que tu visión de la vida en ese momento se muestre más positiva. Pero señores, eso es una cosa y otra muy distinta es la hipocresía. Si no me haces gracia, no me voy a reír solo porque tu te creas el más gracioso del planeta cuando tienes menos gracia que el recibo de la luz; permíteme decir que si no invito a una persona que no conozco a mi casa nada más conocerla, es porque no invito a cualquiera a mi casa, mi casa es mi templo; si te digo ¿qué tipo de relación estas buscando? porque si es para sexo ya te puedes ir por donde has venido, es porque no me gusta estar perdiendo el tiempo en algo que no estoy buscando, porque no es lo que quiero. No te estoy diciendo que no quiera conocerte,  realmente el que no quiere conocerme eres tú. Y por último, no soy de las personas que a cada estupidez que se dice o se hace mueve la cabeza como los muñequitos del coche, siguiendo la corriente porque el ti@ es la caña. Eso no es antipatía, es sentido común. Si no sabéis o no os sentís cómodos con gente que no se ajustan a vosotros, está bien, yo lo acepto pero no me toquéis las narices.